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José García Domínguez

Money, money, money

Entonces, más que nada por hacerle un homenaje a Antonio Machado –"todo necio confunde valor y precio"–, los bobitos de Vegara y Sebastián aún avalaban la broma de los veintiún euros a cambio de unos títulos que valían cuarenta.

Sin duda, nada tuvo que ven con el malhadado asunto que David Vegara, actual secretario de Estado de Economía, hubiese sido antes el presidente de Intermoney. Ni siquiera algo influyó que Carlos Arenillas, vicepresidente de la CNMV, hubiera ocupado en su día el cargo de director general del Grupo Intermoney. Como tampoco ninguna relación hubo entre aquello y el hecho cierto de que Miguel Sebastián, entonces director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, ejerciera no ha mucho como consejero delegado de Intermoney. Simplemente, fue una casualidad que los especuladores más tontos del mundo corriesen a contratar los servicios de Intermoney para perder dinero al por mayor, vendiendo acciones de Endesa muy por debajo de su precio objetivo.

Ocurrió hace justo un año, cuando aún se mantenía en cartel la célebre "OPA de tres reales" con libreto original de Pasqual Maragall y puesta en escena a cargo de Pepe Montilla. Entonces, más que nada por hacerle un homenaje a Antonio Machado –"todo necio confunde valor y precio"–, los bobitos de Vegara y Sebastián aún avalaban la broma de los veintiún euros a cambio de unos títulos que valían cuarenta. Y, de repente, aparecieron ellos. Unos tontos anónimos estaban decididos a tirar trescientos millones de euros con tal de labrarse la ruina con el negocio de las cabras. A saber: los nebulosos necios pujaron con tesón por hundir el precio de mercado de Endesa hasta igualarlo al tasado en el timo de la estampita monclovita.

Pero como el insólito caso de los zotes anónimos se les antojaba tan, tan, tan tonto, el ex director general de Intermoney y sus pares decidieron no incoar un expediente investigador contra Intermoney por tamaña tontería. Por lo demás, es sabido que en España siempre acaba por saltar al ruedo algún super tonto más tonto que el tonto más superlativo que quepa imaginar. Así, hace apenas una semana debutó en Barcelona –sí, en Barcelona– el Tonto del Siglo. Trátase de otro ignoto lerdo de remate que se ha fundido nada menos que mil doscientos millones de euros en endesas con el fin indisimulado de perder pasta, que ése es el objetivo único del carrusel de orates que actúa en esta comedia bufa.

Al parecer, el Tonto del Siglo pretendía con sus compras masivas justo lo contrario que sus iguales primigenios: disparar el precio de Endesa incluso por encima de los cuarenta euros que ofertaba E.On. Y es que su meta sería cretinamente clara: arriesgar un fortunón inmenso con la fundada esperanza de no ganar ni un céntimo caso de que saliera adelante la OPA alemana. Pero como la CNMV no está para las tonterías del money, tampoco Arenillas piensa entrar a ese trapo. Ni Conthe, que ya no puede. O sea, que estamos listos.

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